Extraño caso en Bariloche
 
 

 

La ya desaparecida revista 2001, en su ejemplar número 1, publicó una nota sobre un curioso suceso que muchos catalogaron como perteneciente a la casuística OVNI. La revista dedicó a este caso un amplio espacio periodístico, y la investigación realizada por Alejandro Vignati contó con el testimonio de muchas personas.

Fue un día como todos. El 23 de julio de 1968 amaneció cubierto en San Carlos de Bariloche. La temperatura alcanzaba en ese momento unos 3.5 grados y subiría al medio día a 9 grados. Era la misma vida de siempre. Sobre las 785.000 hectáreas del Parque Nacional Nahuel Huapi, pendían grupos de nubes estrato cúmulos, y el parte meteorológico del día anunció algunas lluvias y lloviznas aisladas por la tarde. Soplaba un viento suave sobre parques, lagos y bosques, que por la tarde alcanzaría una velocidad de 40 kmts. por hora. Eso fue lo que anotó Roberto Tadeo (44 años, 3 hijos), jefe de la estación meteorológica del lugar, al iniciar las tareas del día. Para los aviones que debían aterrizar ese mediodía allí, la situación era muy clara: cielo nublado, algunas nubes a 800-1000 metros de altura y buena visibilidad.

Las casas de artículos regionales, tiendas, salones de té y bares de la calle Bartolomé Mitre abrieron sus puertas. El Sky Bar reunió a los jóvenes del lugar y comenzaron las conversaciones sobre el tema vigente: Sky. Todo siguió el ritmo de siempre. Cornelio Gauna (casado, 1 hija de 19 años y 10 años como jefe del aeropuerto local) se dirigió en su Valiant rojo a cumplir su labor cotidiana. A 4 kilómetros de allí, Juan Giss (casado, 1 hijo, 46 años), ex-tanquista del ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial se despidió de su mujer y viajó a la ciudad para abrir el negocio de relojería. Carmen (recepcionista de Aerolíneas) consultó la hora de llegada del Avro por la tarde y Duilio A. Salvatore (43 años, casado, 4 hijos, bahiense) corresponsal de Telenoche en Bariloche, analizó la mejor manera de filmar la llegada de un importante personaje por la tarde. Eran las diez de la mañana. En Austral, la despachante de tráfico Margaret Clarke pedía datos sobre la llegada de un avión de su compañía (One-Eleven) a cargo de los comandantes Fernández y Watt. El mismo trabajo era realizado por el despachante de cargas, Jorge Acosta. Ninguno de ellos sabía que pasaría con su vecino pocas horas después. Lenta, implacablemente, sus vidas se estaban juntando. Walter Furst (casado, 2 hijos), operador de torre esa mañana en el aeropuerto, no notó nada extraño. Seguramente cambió algunas palabras con los radiooperadores Sigfrido Cortondo y Roberto Medina (44 años, casado, 3 hijos) que ese día estaban allí. En la ciudad a pocos kilómetros del aeropuerto, Héctor Sábato (46 años, casado, 2 hijos), director del Canal 3 de televisión de Bariloche, hacía cálculos sobre su hora de llegada al aeropuerto para recibir a un conspicuo personaje. Por su parte, Francisco Caló (50 años, técnico en radiotelefonía, jefe técnico del canal de TV, jefe del sector radio de correos, casado, 2 hijos) abandonaba su puesto en la oficina estatal y se dirigía a los pisos altos del edificio, frente al lago Nahuel Huapi, para disponerse a almorzar. No había Sol, y en el aire flotaba una tranquilidad sospechosa. Pero pasó inadvertida para Pedro Garrafa (49 años, casado), dueño del bar de la aeroestación. Egon Rost, empleado del aeródromo, pensaba en regresar a su casa en la calle 12 de Octubre y entregarse a su pasión secreta: la pintura. Sin pensar en cosas demasiado profundas, Maggie -una diletante del esquí- se encontró con sus amigas en la confitería del Hotel Italia. Acertó a pasar allí en ese momento Dicky Gurrow (30 años, casado, 2 hijos), dueño de la parrilla "La Vaca In" y empresario de una compañía de pinturas del lugar, que preparaba su cita con el dueño del Parque Hotel.

El cerro Tronador era el testigo silencioso desde su cúspide, a los 3554 metros sobre el nivel del mar. El señor Eistmanl aguardaba la llega del avión Avro, procedente de Bs. As., a cargo del comandante Emilio Loza, para las 13.15 hs. del día. Demetrio Cottescu (piloto rumano radicado en Bariloche) inspeccionó su máquina y arregló telefónicamente algunos vuelos turísticos. El cuadro estaba completo. Los actores, el lugar, la escenografía y el guión estaban listos. Faltaba ponerlo en marcha. Eso ocurriría exactamente a las 13.15 hs., cuando un viento de 35 kmts. horarios levantó olas en el lago Nahuel Huapi y puso en peligro a los tripulantes de una vadarka -vehículo náutico con propulsión a pedales- que se había internado demasiado. Sobre los 529 kmts. cuadrados de la superficie del agua, bajo un cielo nublado y una población de 25.000 habitantes descendería un enigma del cielo. Era la hora justa y el momento. Nadie se apercibió. De pronto, como si la máquina del tiempo hubiese convenido ese instante todo cambió.

¡APARECIÓPOR ALLI...!

-Todo era normal confesó a 2001 Waltr Furst- Estaba trabajando con las máquinas de Aerolíneas y de Austral, ambas en aproximación por instrumentos (es decir en comunicación con la torre de control de vuelos). Cuando apareció el Avro, el comandante me preguntó -exasperado- porqué no le reportaba el tráfico aéreo del momento. Le contesté que no tenía ningún tráfico, contestándome el comandante de la nave que tenía una "gran" máquina delante de él, en el tramo llamado "inicial" de la pista. Levanté la cabeza y miré. Estaba allí. Era un avión de dimensiones grandes, silencioso, y llevaba una dirección como disponiéndose a aterrizar. Lo llamé en todas las frecuencias que se emplean y no me contestó. Apareció por allí (señala el comienzo de la pista) y estaba a unos ciento cincuenta metros del suelo. Ordené al Avro que se mantuviera alerta por desconocer procedencia y tipo de aeronave. Por su parte al one-eleven procedente de Austral se le ordenó mantener su nivel por desconocer movimiento del "avión extraño". La máquina intrusa volaba de perfil. Se la podía comparar con un Caravelle o un Comet, pero de cuerpo mas fino, de alas muy grandes y cortas, plateado. Sin duda alguna se trataba de una máquina convencional, no era un OVNI y no le vi ventanillas. Volaba a unos 200-300 kmts. por hora. Siguió hasta el final de la pista y demostrando una extraordinaria maniobrabilidad viró hacia la izquierda, fue hacia los cerros cercanos y se perdió en dirección del lago. A los pocos minutos volvió a aparecer, de perfil al aeropuerto siempre, hizo el mismo camino que utilizó al irse, y al llegar al final de la pista 28, hizo un giro de casi 360 grados y se fue. Eso es todo. Por otra parte, muchos lo vieron. Sí. Era un avión.

- ¿Hubo alguien mas en ese momento? - El aeropuerto estaba repleto, y los empleados se esforzaban por lograr un orden perfecto, Roberto Medina estaba dentro de un Avro en la pista y Héctor Sábato había llegado con mucho apuro.

- Sí - arriesga Carmen, de Aerolíneas Argentinas -lo vi, estaba cerca de la plataforma y me avisaron que había un aparato. Que decían era un "plato volador". Me dirigí a la entrada de la plataforma y miré hacia el fondo de la pista. Era una máquina que parecía "convencional", no emitía sonido y no tenía ventanillas ni cabinas. Primero pensé que era un plato volador. Luego me convencí de que no.

- ¿Que era entonces? ¿Acaso, todos los que llegaron a verlo tienen esa opinión?

- Era un aparato raro para los que acostumbramos a ver -dice Garrafa- Su color era gris oscuro, silencioso. Atrás iba un Avro, y la nave misteriosa volaba muy lentamente. Luego, no le di importancia.

- Sí, no le di importancia -afirma enfáticamente Héctor Sábato- Yo estaba en la ciudad y me dirigía al aeropuerto, sentí el ruido de un Jet y miré hacia el lago. Miré "sin verlo", un avión como los reactores comunes y maldije por llegar tarde. Cuando arribé al aeropuerto supe de la extraña aparición.

Los testigos fueron surgiendo. No fue fácil. Trasponer el despacho del jefe del aeropuerto de Bariloche, convencerlo de la seriedad de nuestra misión, agotar la gentileza de este funcionario y lograr algunas conclusiones, fue todo un esfuerzo. Pero había que saber. Seguir la pista. ¿Quiénes los vieron en la ciudad?

TEMPESTAD SOBRE EL AGUA

- Ese día -afirma Francisco Caló-, a las 13.10 minutos aproximadamente dejé mi oficina en el piso bajo del correo y subí hasta mi residencia en el segundo piso. Había terminado de almorzar y con mi señora mirábamos como una lancha de gendarmería se dirigía a rescatar a unos jóvenes que en vadarka se habían internado peligrosamente. Vivo en el centro cívico, frente al lago, y las tres ventanas del comedor dan al mismo. Cuando la lancha se acercó a los imprudentes lo vi. Recuerdo que las nubes estaban bajas y lloviznaba. Había grandes olas y miré hacia el cielo. La máquina, creí en un primero momento, parecía un Piper. Pero al virar descubrí que no. Me dije: "es el Carabelle". Al girar en ángulo cerrado vi que estaba equivocado. Escuché un zumbido y reflexioné: "es el Avro". No era. Cuando -haciendo una "U"- regresó por donde vino, pude verlo claramente a unos 500 metros. Parecía un delfín de perdil, con dos reactores -uno en cada ala- debajo de las mismas, cercanos al fuselaje. Poca velocidad y baja altura fue lo que noté. El ruido de las turbinas era excesivamente débil, y el fuselaje parecía "colgado" del ala. Se perdió en dirección al aeropuerto. Eso es todo, sí, era un avión, tipo convencional, pero de una extraña y asombrosa maniobrabilidad.

Eran las 13.20 minutos aproximadamente. En el aeropuerto, Margaret y Jorge estaban asombrados.

-Tenía dos turbinas pintadas de negro, una debajo de cada ala muy cerca del fuselaje -advierte Acosta- y poseía una maniobrabilidad absoluta; el timón era del tipo de un Guaraní y estaba pintado, creo, de azul, con un triangulito amarillo. Viró en ángulos muy cerrados (90 grados y 360 grados), el fuselaje y nariz tipo Concorde.

Sus declaraciones coinciden con las de Margaret Clarke, aunque opina que tenía las alas en "delta" y Acosta insiste en que eran trapezoidales y muy anchas. Pero el caso es que todos estaban allí reunidos y todos tuvieron una visión muy particular. Para Duilio Salvatore (lo vio camino al aeropuerto), era una máquina completamente silenciosa, que se desplazaba lentamente con las características ya anotadas por los otros testigos. Una característica que (según 2001 pudo averiguar) coincide con la de Juan Giss, que ese día, en pleno almuerzo, fue testigo del paso del "no-identificado" avión.

- A las 13 horas estaba en la cocina de mi casa -nos dice- comiendo, y escuché un ruido medio raro, parecido al de un avión cayendo en picada. Salí al jardín, y las nubes estaban muy bajas a unos 250 metros y esperé a ver por donde aparecía. Salió de las nubes y dio la vuelta a una velocidad de un DC4, tal vez menos. Vi un "avión". Para mi era un motor tipo avro, turbohélice, pero que tenía una extraordinaria maniobrabilidad. Lo vi unos 30 segundos, a unos 150 metros, sobre el agua del lago. Poseía una extraordinaria estabilidad. Luego, se fue en dirección al aeropuerto. Lio vio un amigo mío. El ingeniero Repossini, mi vecino. Y coincide conmigo. Lo habían visto dos personas en la ciudad (Caló y Sábato), una en camino al aeropuerto (Salvatore), dos a cuatro kilómetros de Bariloche (Giss y Repossini), y muchas en el aeropuerto.

¿Hubo alguien mas? Fue difícil saberlo. El hermetismo cerró la información. Oficialmente el comunicado de la Fuerza Aérea Argentina fue lacónico. Se investiga. Había que indagar mas, ir hasta el meollo, buscar la palabra autorizada. Teníamos ya la imagen que presentamos a usted de como era el aparato, cuales sus características, el tipo de maniobra y, como primicia exclusiva, la reconstrucción minuto a minuto, de su trayectoria de vuelo. Se lo vio y de cerca. Se lo escuchó y no se lo escuchó. Pero las versiones van mas allá. ¿Se lo intentó detener?, ¿respondió al llamado de la "luz verde"?

UN INTRUSO EN EL AIRE

San Carlos de Bariloche. Aeropuerto. Colina, campo y nieve. Es un día de Sol; hacia el norte se levantan algunas nubes; y las nieves eternas del cerro Tronador permanecen fijas. Hacia la derecha, la construcción de la estación meteorológica domina gran parte del lugar. El frío cierra los ojos y en el aire azul se alcanza a divisar algunas nubes bajas. Es un día tórrido para este lugar. Un día como el día 23 de julio, pero mucho mas caliente. No hay pájaros y la vegetación es rala.

Sin embargo, la ruta de acceso al aeropuerto termina y Cornelio Gauna nos recibe. Habíamos recorrido 2000 kilómetros y entrevistado a mucha gente. A todos, menos a él.

¿Cuando ocurrió la aparición de la nave?

- El día 23 de julio próximo pasado -afirmó- entre las 13.15 y las 13.35 horas, aproximadamente. Ese día, evolucionó en las inmediaciones del aeropuerto a mi cargo una aeronave "desconocida", de características no semejantes a ninguna máquina militar o comercial que hasta la fecha operara en este aeropuerto. Evidentemente, no era un OVNI, sino un aparato de forma convencional, que evitó ser identificado, por cuanto no sobrevoló la torre de control o la aeroestación como para ser visto desde abajo y no contestó las llamadas por radiotelefonía y señales visuales que se le hicieron.

Se detiene y enciende un cigarrillo y mira hacia afuera. Parece pensar cada palabra. Frente a nosotros, un archivo o expediente guarda el secreto. Sin embargo, la cordialidad de Gauna nos hace desvanecer los temores. El está allí, cumpliendo a pie firme un cargo. Sentimos, lector, que sus palabras eran muy sinceras.

- Al no establecer contacto con la torre -prosigue, mientras mira por la ventana el ancho paisaje circundante- y evolucionar el circuito de tránsito del aeródromo, ya la aeronave cometió una infracción, puesto que toda aeronave que sobrevuele la zona de control de un aeródromo debe, necesariamente, establecer contacto radial o visual, a los efectos de solicitar la autorización correspondiente, para evitar colisiones, reportando a otras naves que podrían estar operando en la zona, sobre su ubicación y viceversa.

Evidentemente aún no sabemos que nave estaba allí y como era. Por eso le preguntamos acerca de la misma. ¿Era realmente un avión común? - Al volar muy bajo (de 70 a 150 metros) y a una distancia de 5 a 10 kilómetros de la pista, solo pudo observarse en sus evoluciones de costado, no pudiéndose distinguir -en el fuselaje- (advertimos que dice la palabra "fuselaje", es decir una forma aerea normal) matrícula o símbolo que identificara su nacionalidad, y en principio, esa identificación fue imposible también por seguir una trayectoria paralela a la pista, en descenso, como si se dispusiera a aterrizar. Pero continuó el mismo rumbo hasta perderse en los cerros circundantes. Con posterioridad, testigos presenciales dijeron haberlos visto evolucionar sobre las instalaciones del aeroclub local, que se halla ubicado justamente, en el "mismo" rumbo que llevaba al desaparecer.

- ¿Regresó ese avión?

- A los pocos minutos volvió a aparecer nuevamente en el mismo rumbo anterior, o sea desde el sector Oeste-Noroeste, haciendo el camino inverso al que llevaba al desaparecer. Volvió a seguir un rumbo paralelo al de la pista, pero esta vez sobre su costado izquierdo y aproximadamente a la altura del casco de la estancia El Cóndor. Allí efectuó un viraje completo (casi 360 grados), muy escarpado, desapareciendo finalmente hacia el Este-Sudoeste. Tenía el fuselaje angosto, planos trapezoidales (alas) bastante anchos en su raíz, dos turbinas casi pegadas a ambos lados del fuselaje, sin que produjesen el ruido característico de los reactores, sino mas bien un silbido tenue bajo casi inaudible. Su color era plateado, con la cola y la proa pintadas de negro o de azul oscuro. Tenía una envergadura bastante pronunciada, aparentemente del tamaño de un DC6. Quienes lo vieron afirman que no tenía ventanillas ni fuselaje. Eso es todo lo recogido.

Y eso fue lo que el jefe del aeropuerto de Bariloche sabe. Y lo que nosotros supimos a través de sus palabras. ¿Quiénes son ahora los responsables de informar?

- Los antecedentes del citado hecho se hallan en el Comando en Jefe de la Fuerza Aérea Argentina, organismo aeronáutico superior que tiene a su cargo la investigación del caso -concluyó Gauna.

Y nos fuimos. Satisfechos. Habíamos logrado penetrar la cortina de silencio y tener una imagen cierta. Los testimonios abundaron y la reconstrucción fue posible. Restaba la conclusión final y la visualización del aparato por los datos que aportaron quienes lo vieron.

EL CIELO SOBRE LA CABEZA

La pista del aeropuerto de San Carlos de Bariloche tiene 2348 metros de largo, por 49 metros de ancho, orientada aproximadamente de Este a oeste, con mayor exactitud, en lenguaje técnico, entre los 100 y 280 grados. Tiene una altitud sobre el nivel del mar, de 845 metros. Su resistencia es de 27 toneladas por rueda de cada avión que pisa esa pista. Existe una sola porque las aeronaves aterrizan y despegan siempre en contra del viento, y como el predominante en esta zona sopla constantemente del Oeste o el Noroeste, no hay necesidad de construir otras. Aquí los vientos cruzados son raros, la velocidad de los mismos raramente supera las máximas establecidas para despegue o aterrizaje. Es decir, que se trata, sin lugar a dudas, de un lugar donde puede operar cualquier tipo de aeronave. No cuenta con radar, pero su afinación instrumental es tan grande, tan seguro y espacioso el lugar, que no hay, ni remotamente, posibilidad de accidentes por poca o baja visibilidad.

Aquí, realmente, uno siente el "cielo sobre la cabeza". Un cielo imponente, capaz de develar sus misterios en cualquier momento. Esa es la impresión que causa estarse aquí mirando en la tarde las inmensas colinas y un cielo opaco, como el que había cuando la extraña nave apareció.

Por eso, cuando Demetrio Cottescu accedió a conversar con 2001, el tiempo fue valioso. Inteligente observador del cielo, Cottescu se preocupó de averiguar el origen de la máquina.

- Si, afirma Demetrio, se puede concluir que tenía un fuselaje de Avro, mas fino, alas muy cortas, ruido constante, parejo: no se divisaron ventanillas, volaba lento, igual que un Avro. El fuselaje, según algunos, era mas largo que el Caravelle. Ahora bien, yo no he visto el aparato. Pero siempre es posible adivinar que tipo de máquina era, en base a datos. La posición del ala en el fuselaje impone o clasifica el tipo de avión. No es la forma, la superficie del fuselaje, lo que determina el tipo, sino la distancia de ala a la nariz del avión. Un reactor, para aumentar velocidad, necesita aumentar potencia. Toda máquina a reacción que vuela a baja altura necesita turbinas que trabajen a mas velocidad y potencia. En los virajes, siempre se pierde velocidad y altura si no se aumenta la potencia. Y este avión viraba en forma extraordinaria, no perdía altura, no aumentaba su velocidad (que era mínima) y el zumbido era el mismo, casi apagado.

- ¿Cuál es la conclusión final?

- Interfirió un tráfico aéreo y a todas luces fue intencionalmente hecho. Se trataba, sin lugar a dudas, de una maniobra inteligente. Fue como decir: aquí estoy, es mi forma de actuar, véanme, y hasta luego. O sea que hizo ver sus cualidades extraordinarias y dejó tiempo para que le tomaran fotos. Porque, evidentemente, hubo tiempo de tomarle fotos.

Si, hubo tiempo, pero no se tomaron. ¿Por qué? Se dice que una foto fue tomada por un turista. ¿Existió ese turista rosarino? Quisiéramos saberlo, invitarlo a nuestra redacción, que converse y explique. Es un dato más.

El viaje de la extraña máquina fue, sin duda, inteligente a todas luces. Las conclusiones son obvias. Las detallamos acá: 1) capacidad de maniobrabilidad muy elevada. 2) giros de 90 grados y prácticamente 360 grados. 3) baja altura y velocidad constante. 4) propulsión a turbinas. 5) velocidad entre 150 y 250 kilómetros horarios. 6) altura del suelo: de 120 a 500 metros. 7) se le hicieron señales con luz verde. No respondió. Se advirtió un destello blanco (que en tierra quiere decir "regrese al punto de partida", pero en el aire no quiere decir nada). No se sabe si este destello fue una respuesta o un reflejo del Sol.

Y, por sobre todo, que estas características -según los técnicos- se dan de cabeza con las leyes aerodinámicas. Un avión a reacción no puede volar tan lento y a esa altura sin aumentar poderosamente el empuje de las turbinas; si no, caería por falta de sustentación. Además de los giros insólitos para una máquina convencional.

¿Que significa todo esto? Evidentemente, hay algo en el cielo que nos vigila y terminará por estar entre nosotros.

 

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